Entradas de escritores consagrados importadas desde lasletrasylasangre.blogspot.com a partir del 18 de Febrero de 2013. En tanto mis delirios literarios seguirán allí.
Yo te entregué mi sangre, mis sonidos, mis manos, mi cabeza, y lo que es más, mi soledad, la gran señora, como un día de mayo dulcísimo de otoño, y lo que es más aún, todo mi olvido para que lo deshagas y dures en la noche, en la tormenta, en la desgracia, y más aún, te di mi muerte, veré subir tu rostro entre el oleaje de las sombras, y aún no puedo abarcarte, sigues creciendo como un fuego, y me destruyes, me construyes, eres oscura como la luz.
Alguien podrá ver un fondo de contradicción en todo cuanto voy diciendo, anhelando unas veces la vida inacabable, y diciendo otras que esa vida no tiene el valor que se le da. ¿Contradicción? ¡Ya lo creo! ¡La de mi corazón, que dice que sí, mi cabeza, que dice no! Contradicción, naturalmente. ¿Quién no recuerda aquellas palabras del Evangelio: «¡Señor, creo; ayuda a mi incredulidad!»? ¡Contradicción!, ¡naturalmente! Como que sólo vivimos de contradicciones, y por ellas; como que la vida es tragedia, y la tragedia es perpetua lucha, sin victoria ni esperanza de ella; es contradicción.
Miguel de Unamuno Adjunto un video que me ha parecido muy interesante sobre este grande y universal español, enorme paladín de las letras y las ideas:
Hace tan sólo unas semanas atrás, tuve el inmenso placer de que mi
navío errante de internauta me condujese –gracias al ondular de las
inextricables olas salobres del destino- hacia las bellísimas costas de la web
de don Antonio Porpetta. Allí anclé mi nave, y allí me emocioné, y allí me reí…
allí volví a gozar de la alta poesía, y volví a llorar… No recuerdo en lo
personal, sinceramente, haber pasado por una experiencia de goce poético
semejante desde aquel pretérito descubrimiento de la poesía de Pablo Neruda. Sé
que no exagero. Sé, además, que luego de una concienzuda lectura de todos los
poemas que habitan la web de don Antonio, seleccionar un poema en particular
(es costumbre de este blog seleccionar una única obra por entrada) no me fue fácil. Querría subirlos a todos… Pero,
como tengo la responsabilidad de mantener cierto criterio en los formatos –es
menester respetar a los lectores- , he tenido que acometer la sacrílega tarea
de decantarme por un único poema. Me he valido para tal fin de un video que
está subido en la misma web de Porpetta -al que enlazaré al pie-, en donde el
autor, en medio de una imperdible entrevista, nos deleita con el recitado de
los versos elegidos para esta entrada: recomiendo sobremanera tomarse el tiempo
para degustar el video. No tiene desperdicio.
(Soy consciente que –por obvias razones- la web de don
Antonio posee infinitamente más seguidores que ésta, pero -a modo de
agradecimiento personal por todo lo antedicho-, si de alguna manera esta
entrada logra sumar algún nuevo admirado lector de sus versos, mi tarea está
cumplida. A él, a don Porpetta, todavía tengo la oportunidad de agradecerle
tantos disfrutes –la mayoría de mis otros maestros están navegando por los
mares del recuerdo, mas nunca del olvido.)
A acomodarse en la inasible pero excelsa butaca del deleite poético…
Cuando pones la proa visionaria hacia una estrella y tiendes el ala hacia tal excelsitud inasible, afanoso de perfección y rebelde a la mediocridad, llevas en ti el resorte misterioso de un Ideal. Es ascua sagrada, capaz de templarte para grandes acciones. Custódiala; si la dejas apagar no se reenciende jamás. Y si ella muere en ti, quedas inerte: fría bazofia humana. Sólo vives por esa partícula de ensueño que te sobrepone a lo real. Ella es el lis de tu blasón, el penacho de tu temperamento. Innumerables signos la revelan: cuando se te anuda la garganta al recordar la cicuta impuesta a Sócrates, la cruz izada para Cristo y la hoguera encendida a Bruno; -cuando te abstraes en lo infinito leyendo un diálogo de Platón, un ensayo de Montaigne o un discurso de Helvecio; cuando el corazón se te estremece pensando en la desigual fortuna de esas pasiones en que fuiste, alternativamente, el Romeo de tal Julieta y el Werther de tal Carlota; -cuando tus sienes se hielan de emoción al declamar una estrofa de Musset que rima acorde con tu sentir; -y cuando, en suma, admiras la mente preclara de los genios, la sublime virtud de los santos, la magna gesta de los héroes, inclinándote con igual veneración ante los creadores de Verdad o de Belleza.
Todos no se extasían, como tú, ante un crepúsculo, no sueñan frente a una aurora o cimbran en una tempestad; ni gustan de pasear con Dante, reír con Moliére, temblar con Shakespeare, crujir con Wagner; ni enmudecer ante el David, la Cena o el Partenón. Es de pocos esa inquietud de perseguir ávidamente alguna quimera, venerando a filósofos, artistas y pensadores que fundieron en síntesis supremas sus visiones del ser y de la eternidad, volando más allá de lo real. Los seres de tu estirpe, cuya imaginación se puebla de ideales y cuyo sentimiento polariza hacia ellos la personalidad entera, forman raza aparte en la humanidad: son idealistas.
Definiendo su propia emoción, podría decir quien se sintiera poeta: el Ideal es un gesto del espíritu hacia alguna perfección.